Nadie sabe a ciencia cierta por qué no han comenzado las conversaciones entre el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional, cuando los unos y los otros manifiestan que ya hay agenda y están listos para sentarse en la mesa de las negociaciones.
Frank Pearl, quien en nombre del gobierno estuvo en la fase confidencial durante todo un año, acaba de exhortar al grupo guerrillero a que comience a dialogar. Los subversivos dicen que el demorado es el gobierno. Para darle espacio al título de este escrito me valgo de la versión oficial para dirigirme a los elenos y recordarles que en el seno de la sociedad colombiana hay grandes expectativas por el comienzo de los encuentros.
Todos sabemos que hay agenda. Se lo escuchamos a Antonio García y a Gabino y el gobierno ha dicho lo propio. En las conversaciones callejeras se comenta que no está definido el país donde se instalará la mesa, pero no es una versión confiable cuando se sabe que Ecuador, Uruguay, Brasil y Venezuela han manifestado públicamente que están dispuestos a ofrecer esa colaboración para que se logre el entendimiento entre colombianos.
¿Será cierto aquello de que “los elenos desbaratan hasta un aplauso”? No lo creo, pero si es cierto que en varias ocasiones se ha avanzado con ellos para encontrar las definiciones que permitan un acuerdo, y a última hora se ha quemado esa posibilidad “en la boca del horno”.
Hace algunos años, después de “Puerta del Cielo” y de lo de Mauss en Alemania, hablé con Gabino y lo encontré bastante positivo, interesado en encontrar caminos hacia la paz. Estaba con Antonio García. Todavía recuerdo una frase del jefe histórico de esta guerrilla: “cada vez que nos fuimos a los extremos, nos equivocamos”. A muchos nos ha pasado lo mismo. Ojalá todos entendamos que llegó el tiempo de ceder, de abandonar posiciones innegociables, de hacer propósitos nacionales, de aceptar razones del otro para que este también acepte las nuestras; es el tiempo de los entendimientos, de la reconciliación.
El ELN se creó en San Vicente de Chucurí, Santander, en 1964 y en enero del siguiente año “se presentó en sociedad” tomándose a Simacota. Nicolás Rodríguez Bautista se cambió el nombre por el de Gabino y a los 14 años atravesó La Serranía de los Cobardes para acompañar a Fabio Vásquez Castaño en esa primera incursión guerrillera. Han pasado 50 años y Gabino no ha dado su brazo a torcer. Ha luchado por el poder toda la vida, pero ya no es posible lograrlo por las armas. Tampoco se les ha derrotado. Entonces, toca negociar una paz necesaria y digna.
Timochenko está recorriendo los caminos de la paz. Cambió las pesadas botas de cuero de la guerra, por unos Nike. Le lucen, lo mismo que la guayabera de ciudadano. Ahora el país espera las definiciones del ELN para la convivencia. Gabino, ordene la libertad de Ramón Cabrales y póngase los Nike.