Combatir la desigualdad: más allá de un debate por la naturaleza humana Por: Alejandro López

En el último informe de Oxfam “Una economía para el 99%”, la mitad de la riqueza de la población mundial, es comparable con la fortuna de los ocho hombres más ricos del planeta. El 1% de la población aumenta sus ingresos anuales 182 veces más que del 10% más pobre.

¿Cómo combatir cifras tan escandalosas? ¿Cuáles son las medidas de los ciudadanos de a pie que podrían ser más efectivas e influyentes?.

Bien se han escrito numerosos textos intentando explicar la necesidad de combatir esa desigualdad a través de medidas macroeconómicas, y el papel de los Estados en mantener un mercado regulado, como la famosa frase que hoy caracteriza a los defensores de la llamada tercera vía: “el mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario”.

Pero además de los Estados ¿Cuál es el papel de ciudadano común en dicha tarea? ¿En verdad somos ajenos a la responsabilidad de crear sociedades con mayor igualdad?.

Se considera que uno de los dictados del neoliberalismo es que un hombre no necesita ser generoso, como tampoco altruista para hacer un aporte a la sociedad, muy en la línea de las teorías de Adam Smith y David Hume, entre otros.

Es lo que llamaríamos el Homo Economicus, que para John Stuart Mill sería el hombre que sólo desea poseer riqueza, y sabe usar y calcular la eficacia de los medios utilizados para ese fin. Pero Mill trae un debate que bien nos puede hacer pensar alrededor de las teorías de Smith y Hume, y es que si bien están de acuerdo en que el hombre es egoísta por naturaleza, para Mill es posible que este aprenda el altruismo.

La desigualdad no es solo un debate de la naturaleza del hombre y sino de su capacidad para entender la opción que realmente hará avanzar a las sociedades hacia condiciones de igualdad. El primera paso, es trabajar para entender cómo la sociedad no puede simplemente acepta al un Homo Economicus, que no posee la necesidad de sentir responsabilidad social o moral con los demás.

Lo cierto de estas teorías, es que las acciones individuales que tomamos generan efectos en los demás, sean producto del egoísmo que lleva ese bienestar personal al crecimiento social al estilo de la “mano invisible”, o sea porque existe un sentido de responsabilidad social, de crear riqueza no sólo pensada en lo individual, sino también en lo social.

El punto central de este ensayo, es reflexionar sobre el hecho de que si antes de crear la riqueza hoy existente, las personas que tomaron esas decisiones individuales hubieran pensado en su responsabilidad social y moral, muy probablemente los índices de desigualdad no serían los revelados.

De ahí que las medidas macroeconómicas de regular un mercado que tiende al enriquecimiento individual sean tan necesarias, pero quizás si esa misma sociedad entendiera que la forma de crear riqueza no puede ser ajena a un sentido de humanidad, toda esa regulación no sería tan necesaria.

Esos ocho hombres que poseen según Oxfam la riqueza de la mitad de los habitantes del planeta, tienen muy seguramente fundaciones dedicadas a temas sociales, para ayudar a poblaciones o personas en específico ¿De verdad combaten con ello la desigualdad de forma efectiva e influyente?.

Es quizás en las acciones del resto de la sociedad más pobre, por generar riqueza de forma distinta, la manera de empezar por el cambio. No podemos confundir esta idea con un sentido de “conciencia de clase” al estilo de la teoría marxista, (pues no se busca simplemente quitar los medios de producción a otros), sino por el contrario buscar forma colaborativas de crear riqueza, un gran esfuerzo colectivo, no por una lucha de clases, sino por una lucha por desmitificar la idea misma de que ser individualistas y egoístas, es aceptable, sea natural o no.

Alejandro López

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